Un viaje increíble

The Big Apple

Todo comenzó con un sueño... En realidad todo empieza con una idea, mucha planeación y ahorrando bastante, así dimos inicio a nuestro sueño Viajar juntos a NYC



Eran casi las 6 de la mañana cuando llegamos a NY, pero aún no salía el sol en la ciudad. Aunque hacía mucho frío el aire olía refrescante y a pesar de haber viajado durante toda la noche y esperar horas en aeropuertos, respirar ese nuevo sitio nos revitalizó tanto que lo único que queríamos era salir de una vez y conocer la gran manzana.

Nos instalamos en el barrio Elmhurst en Queens, una vez listos salimos para conocer los alrededores. Nuestra primera sensación allí fue especial. El cielo se veía muy azul y era diferente, como si las nubes estuvieran más cerca. El día estaba soleado, pero no hacía calor y las calles estaban muy tranquilas. Llegamos a la estación del Metro y tomamos la ruta que conduce a Manhattan precisamente a downtown. Si antes pensábamos que todo era peculiar, estar en la 5ta avenida fue increíble. Todas las luces de los avisos destellaban sin importar que fuera aún de día, los edificios eran tan altos que apenas dejaban pasar algunos rayos de sol, las vitrinas montaban una escena congelada en el tiempo y contaban en cada tienda un relato diferente.

Pasamos los días caminando y caminando de norte a sur por todo Manhattan y cada vez conocíamos algo nuevo, la comida nos sorprendió tanto, aunque nos hizo extrañar mucho la bandeja paisa, las lentejitas… algunos alimentos incluso se nos parecieron a sabores de lo nuestro, pero siempre distinto.

Lo que más disfrutamos fueron los museos, aprendimos mucho y nos divertimos bastante. El que más visitamos fue el Museo de Historia Natural, justo al frente del Parque Central. Es tan grande que durante las 3 visitas que hicimos no alcanzamos a recorrerlo todo. Sobre todo porque había mucho por detallar y observar.

Las noches eran también de admirar, tuvimos la oportunidad de apreciar el atardecer mirando la Estatua de la Libertad y ver caer el sol sobre las aguas que la rodean. Después recorrimos el centro internacional y vimos la decoración navideña en sus calles, muy simples pero en combinación perfecta con sus edificios monumentales y la historia que le rodea, entre ellas la del Lobo de Wall street.

Antes de regresar a casa, visitamos el puente Brooklyn y nos sorprendió mucho que allí tengan la costumbre también de cerrar candados con notas de promesas de amor. Aunque no llevamos el nuestro, encontramos uno que esperamos sea una premonición de nuestro próximo viaje.

Finalmente tomamos nuestro vuelo de regreso, con la felicidad de regresar a la tierrita pero también con la esperanza de volver pronto a esta maravillosa ciudad de rascacielos y multiculturas.